martes, 30 de septiembre de 2008

Epónimos (4).

En el año 2003 colaboré en el fanzine GasButano con un breve artículo llamado "Modavisión y deonomástica". Pensaba colgarlo aquí tal cual pero cometí el error de querer ampliarlo un poco. Vamos, que me metí un berenjenal del que aún no sé cómo salir: aunque en un principio pretendía dividir por categorías a los protagonistas de estas líneas, me he dado cuenta (una vez más) de que no es tan sencillo encasilar a ciertos personajes. Ficción, realidad, leyenda... Arte, cultura, espectáculo, entretenimiento... Religión, superstición, mito... Bah.

MODAVISIÓN Y DEONOMÁSTICA

Raro es hoy el programa de televisión que no incluye entre sus agradecimientos alguna marca de ropa o complementos. Cada presentador / actor, programa, productora y cadena venden un estilo que pretenden identificable con su público-objetivo. Las series y películas nos permiten tomar buena nota, consciente o inconscientemente, de las tendencias que nos acercarán a esos modos de vida que se cuelan en nuestra vida cotidiana hasta conformar un todo indistinguible.

La deonomástica es el proceso por el cual, en una lengua, un nombre propio pasa a designar un nombre común mediante una metonimia. Probablemente algunos de los términos siguientes parecerán pintorescos a la mayoría. Otros forman ya parte del Diccionario de la RAE o aparecen en alguna enciclopedia pero todos forman parte de mi léxico y el de mi entorno más próximo. Ya que en algunos casos se tratará de localismos, cualquier otra aportación será bien recibida. Comencemos con algunos pioneros:

Quevedo con quevedos.

-Quevedo (1580-1645). En fin, qué decir sobre alguien capaz de escribir El Buscón, Gracias y desgracias del ojo del culo y Amor constante más allá de la muerte e inspirar un panfleto titulado "El tribunal de la justa venganza, erigido contra los escritos de Francisco de Quevedo, maestro de errores, doctor en desvergüenzas, licenciado en bufonerías, bachiller en suciedades, catedrático de vicios y protodiablo entre los hombres"... pues que además dio nombre a unos anteojos.


Léotard con leotardos.

-Jules Léotard (1837-1859). Célebre acróbata que popularizó los leotardos.


Katiuska con katiuskas.

-Katiuska (1931). Un curioso precedente. La protagonista de la zarzuela del mismo nombre (letra de Emilio González del Castillo y Manuel Martí Alonso y música de Pablo Sorozábal) lucía unas botas altas supuestamente impermeables que, en su versión plástica, "calaron" (je, je, je) en el gusto popular.


Manolete con manoletinas ejecutando una manoletina.

Manolete (1917-1947) dio nombre a una suerte del toreo, pero también a unos ¿zapatitos? de cuyas diversas denominaciones hablaremos más adelante.

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