No entiendo ni una palabra pero me encanta leer estas cosas. Términos como campo electromagnético, curva de histéresis, señal de bias, corriente de polarización o, simplemente, magnetófono, me hacen sentir en una peli de ciencia-ficción. Pero no.
Pese a mi ignorancia de estudiante de letras, las aplicaciones domésticas de todos esos crípticos conceptos han servido para que hoy pueda escuchar mi voz cuando apenas sabía hablar, grabaciones de entrañables programas de radio propios y ajenos, experimentos caseros con cacharros de todo tipo, ensayos con diversas protobandas, recopilaciones musicales que se parecían mucho a un manifiesto vital, voces del pasado, bandas sonoras de viajes en coche…
Cuando una cinta se estropeaba, la abría e intentaba repararla con lo que tenía a mano. Si lo hacía mal, el sonido invertido se convertía en un ruido inquietante pero no menos interesante. Lo mismo si alguna grabación ofrecía un resultado inesperado. Y qué decir de las portadas que muchos nos curramos para nuestras cintas favoritas. Pero de eso mejor hablamos otro día.
En fin, que mis recuerdos electromagnéticos y el propio soporte son para mí una misma cosa.
Ejemplo 1. Mi padre tiene un montón de bobinas y casetes, tanto grabados como originales. Son de muchos colores distintos y algunas tienen unas cajas preciosas (cuando yo comience a comprar mis propias cintas, los diseños serán mucho más homogéneos y aburridos, transparentes en su gran mayoría). Descubro en ellas joyas de Klaus Schultze, Tangerine Dream... No sabía que existiese música así. Flipo.
Ejemplo 2. Durante una acampada con dos amigos y después de un par de días de sudar, mal dormir y peor comer, regresamos hacia la civilización por el andén de una carretera frecuentada por camiones de gran tonelaje. De repente veo en la cuneta una casete y me lanzo a por ella. Carece de identificación alguna. Espero que contenga una de esas legendarias narraciones pornográficas con las que, según se cuenta, se solazan algunos camioneros. Días más tarde descubriré que contiene una introducción/cebo de “Piense y hágase rico”, mítico título de Napoleon Hill (aunque entonces no lo conocía de nada). La grabación será utilizada con fruición en varios programas de laSintoteca.
Ejemplo 3. Encuentro cerca de casa una cinta aplastada. La recojo. Un perroflauta me había regalado una cinta grabada de Extremoduro en agradecimiento a una monedita y, como su contenido no me interesa, decido trasplantarle la carcasa a la cinta encontrada. Resultado: LA MISMA CINTA DE EXTREMODURO.
Ejemplo 4. Una de mis compañeras de piso durante mis años de “estudio” en Santiago graba a traición una conversación entre ellas. Me la pasa y regrabo los fragmentos más jugosos repitiéndolos con una base rítmica de fondo. Se la envío de vuelta para su disfrute y/o sonrojo. Terribles amenazas me impiden compartir el resultado.
Ejemplo 6. La sociedad de las nubes propone crear algún tipo de homenaje al recién fallecido Michael Jackson. Decido enviar una versión electromagnética-psicofónica del tema "Leave me Alone", una especie de ouija casetera titulada “Dejadme en paz”.
Ejemplo 7. Hace unos meses, asisto en la Casa das Atochas a un concierto de Fasenuova (Mieres) y Max Noi Mach (Filadelfia, USA). Ambos me gustan mucho y me acerco a comprar alguna de sus grabaciones. Además de un par de hermosos singles de vinilo, descubro que también venden casetes y me los compro. Geniales.
Ejemplo 8. El 1 de septiembre encuentro una cinta destripada en medio de la calle. La recojo y busco una carcasa desatornillable. Es una cinta con etiqueta verde de un curso de inglés. Este es el resultado: