Ya no recuerdo la última vez que alguien me preguntó algo y sin embargo creo conservar todavía en algún lugar de mi memoria los rudimentos de la comunicación. Alguien ha tenido el valor o la inconsciencia de hacerme llegar una pregunta y he podido comprobar que la distancia que me separa de los humanos no parece haber menguado mi soberbia.
¿Cuál es la fotografía más valiosa de la Historia?. Puesto que ignoro desde el mismo momento de mi exilio el devenir de cualquier sociedad humana incluidos sus mercados y valores, mi respuesta ha de basarse necesariamente en lo que creía conocer del mundo hasta ese día.
Así pues escogería unas imágenes que supuestamente documentan la última acción pública del artista-corporal-versión-sangrienta que más ha influido en lo que solíamos denominar Mundo Occidental.
Se trata de una historia ciertamente enrevesada, el conflicto de ser humano con su entorno, los que se autoproclaman continuadores de su doctrina y administradores de su legado y una obra que parece negarse a cualquier clasificación a la que estemos acostumbrados. En fin, allá vamos.
Para intentar comprender la obra del supuesto autor en el contexto de su vida disponemos de cuatro biografías oficiales, muchas otras no oficiales e innumerables estudios sobre su vida, obra e influencia. Ni que decir tiene que unas desautorizan a las otras, presentan hechos que no concuerdan entre sí y demás menudencias.
Gracias a todas ellas podemos hacernos una idea aproximada de su trayectoria. Hijo de un artesano, Jesús crece en lo que hasta hace no mucho se conocía como Palestina, entonces bajo el yugo del Imperio Romano. Esta circunstancia marca su vida tanto como la intransigencia del poder religioso de su región. Su vida será la de un agitador.
Se rodea de un grupo de seguidores que comparten sus ideales y pretenden cambiar la mentalidad de sus contemporáneos. Sería ésta una fecunda etapa que podríamos denominar "de culto" en la que cimentaron su reputación gracias a discursos apasionados y espectaculares actuaciones públicas.
Su oposición a las autoridades políticas y religiosas le valió una condena a ser flagelado, escarnecido y crucificado públicamente. Suponemos que el castigo por autoproclamarse Rey de los Judíos pretendía contentar a ambos poderes. Si lo capturaron, fue traicionado por uno de sus seguidores o se dejó capturar es algo que probablemente nunca sabremos.
Su última actuación, momento cumbre de una vida de sacrificio perfectamente coherente con su obra, debió de ser presenciada tanto por muchos de sus seguidores como por sarcásticos escépticos y un buen número de curiosos atraídos por el impresionante espectáculo. Según algunos textos no sobrevivió a la condena. Otros afirman que se retiró de la vida pública y viajó hacia Oriente.
Su obra ofrece múltiples lecturas que se superponen y complementan: la denuncia de las injusticias del Sistema, la necesidad de supeditar el cuerpo al alma, la capacidad del individuo para crear su propio destino mediante sus actos y, sobre todo, el amor incondicional al prójimo y la necesidad de perdonar los errores. No entraremos aquí en las posibles interpretaciones de su promesa de otra vida más allá de ésta. Bastante interés tiene la potente carga irónica que se desprende de su ejecución por los poderes políticos y religiosos del momento.
¿Qué mensaje nos transmite la muerte en unos maderos del hijo de un carpintero? Y qué decir del sarcástico cartel que se supone presidió su fin: "Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos", cuando la ejecución de la pena lo convirtió en una figura de influencia mucho mayor. El Imperio Romano acabará por aceptar su discurso como propio. Baste decir que la cruz en que se desarrolló su acción a pasado de ser un símbolo de humillación y escarmiento públicos a convertirse en el símbolo del sacrificio personal y la fidelidad a las propias ideas.
Para complicar aún más las cosas, los que se consideran sus seguidores legítimos han conformado un poder terrenal tan intransigente como aquéllos que su líder condenaba.
Tras vicisitudes que incluyen traslados e incendios a lo largo de casi veinte siglos, la obra se encuentra expuesto en la Catedral de Turín, pues era propiedad del Duque de dicha ciudad o algo parecido.
La imagen en cuestión es supuestamente el lienzo que envolvió su cuerpo tras ser torturado en el año 33. Mide 4,36 por 1,10 metros y hasta el siglo XX era considerado una reliquia más. Al parecer esto significa que puede ser o no auténtica pero cumple su función como si lo fuese.
Pero, ya en la era de la fotografía (1898), a un tal Secondo Pía se le ocurrió hacer unas placas del lienzo. Cuál no sería su sorpresa cuando en éstas aparecía el positivo de una imagen. Digamos que la tela sería el negativo fotográfico, impreso mediante un técnica que nadie parece haber logrado explicar.
Desde entonces son legión los expertos en todas las disciplinas imaginables que se han enfrentado al misterio de la fotografía más antigua del mundo. Creyentes y escépticos han creado una maraña de análisis, contra-análisis y recontra-análisis que abarcan la patología forense, pólenes, tejido, Carbono-14, pigmentos... Para los aficionados a la fotografía añadiremos otras como luz polarizada, macrofotografía, radiografía, termografía... Algunos han determinado la autenticidad de la imagen o no han sido capaces de negarla. Otros se escandalizan ante la manipulación de los procedimientos científicos para confirmar creencias particulares.
Sea como fuere, se trataría de una copia única (1/1) realizada con una técnica que sólo Jesús de Nazaret ha conseguido dominar hasta el momento. Ha llegado a nuestros días y pasado a la posteridad como documento de una acción que culminó la obra de un gran artista y quizás también su vida, capaz de cambiar la concepción del mundo tanto de aquellos que presenciaron sus actuaciones como de quienes las conocemos por testimonios ajenos.
No se me ocurre obra más valiosa en cuanto a lo abstruso de su ejecución, el momento de su realización, la coherencia de su mensaje, su influencia posterior, su permanencia en el tiempo, el misterio que la envuelve...
En algún lugar leí que ningún otro personaje (no seré yo quien decida si real o de ficción) ha aprecido representado en tantas obras de otros autores. Pese a que nadie podía saber cuál habría sido su aspecto, resulta muy interesante la evolución del patrón que se ha ido conformando a lo largo de los siglos. Las escenas de su vida han inspirado a tantos autores que podemos encontrar numerosas versiones de cada episodio. No pocas de ellas se centran en esta última acción: el camino hacia la cruz, su crucifixión, el descendimiento de la misma...
Con respecto a las acciones, los llamados artistas corporales se han inspirado en tantas ocasiones en el martirio y la crucifixión que podría hablarse de una tendencia en sí misma. Pero es que además los momentos más importantes de su vida se escenifican con una frecuencia asombrosa.
Los niños en los colegios representan su nacimiento y la cruz señala las tumbas de infinidad de muertos. ¿Cuántos fieles habrán escenificado un pío camino a la cruz (viacrucis) o habrán aplicado tal expresión a alguna etapa de su propia vida? Todavía conservo en mi memoria las imágenes televisadas de la crucifixión simbólica de algunos exaltados. El gesto de persignarse merecería un estudio propio. Ignoro si ha permanecido hasta nuestro días la costumbre de pronunciar el nombre de Jesús tras escuchar un estornudo. Y qué decir de los juramentos y las expresiones coloquiales.
Hablo de costumbres, no de creencias. De acciones cotidianas en las que mantenemos vivo al que dijo morir por todos nosotros. Gran número de personas afirman haber adoptado a Jesús de Nazaret como modelo de conducta y no pocos han afirmado ser su reencarnación. Los primeros forman parte de la sociedad. Éstos son tachados de locos o iluminados.
En cuanto al escabroso e inevitable tema de las falsificaciones, millones de supuestas esquirlas de los humildes maderos que le sirvieron de escenario definitivo se han comercializado como fetiches. Ídem para el lienzo del que hablamos, cuya autenticidad todavía está por confirmar o desmentir.
Cabe mencionar también el Santo Sudario de Oviedo, otra imagen realizada según una técnica similar que muestra el rostro de Jesús de Nazaret durante esa última actuación o, según otra tradición, durante uno de sus más célebres discursos. De nuevo una recurrente inspiración en la tradición pictórica como "cuadro dentro del cuadro".
Una historia fascinante sobre un documento fascinante de una historia fascinante. Un hombre que sufre o decide sufrir una terrible tortura y crea o inspira una obra que pone a prueba nuestras convicciones. Un documento del compromiso del autor con una nueva visión de la vida: todo ser humano es un creador obra del mismo Creador.
Las dudas que surgen al enfrentarse a estas imágenes no son más que una sublime muestra de la confianza humana en la posibilidad y la utilidad de la comunicación entre un autor y un espectador. Creer y crear: "si creo, creo". Al final, como al principio, cuestión de fe.
¿Cuál es la fotografía más valiosa de la Historia?. Puesto que ignoro desde el mismo momento de mi exilio el devenir de cualquier sociedad humana incluidos sus mercados y valores, mi respuesta ha de basarse necesariamente en lo que creía conocer del mundo hasta ese día.
Así pues escogería unas imágenes que supuestamente documentan la última acción pública del artista-corporal-versión-sangrienta que más ha influido en lo que solíamos denominar Mundo Occidental.
Se trata de una historia ciertamente enrevesada, el conflicto de ser humano con su entorno, los que se autoproclaman continuadores de su doctrina y administradores de su legado y una obra que parece negarse a cualquier clasificación a la que estemos acostumbrados. En fin, allá vamos.
Para intentar comprender la obra del supuesto autor en el contexto de su vida disponemos de cuatro biografías oficiales, muchas otras no oficiales e innumerables estudios sobre su vida, obra e influencia. Ni que decir tiene que unas desautorizan a las otras, presentan hechos que no concuerdan entre sí y demás menudencias.
Gracias a todas ellas podemos hacernos una idea aproximada de su trayectoria. Hijo de un artesano, Jesús crece en lo que hasta hace no mucho se conocía como Palestina, entonces bajo el yugo del Imperio Romano. Esta circunstancia marca su vida tanto como la intransigencia del poder religioso de su región. Su vida será la de un agitador.
Se rodea de un grupo de seguidores que comparten sus ideales y pretenden cambiar la mentalidad de sus contemporáneos. Sería ésta una fecunda etapa que podríamos denominar "de culto" en la que cimentaron su reputación gracias a discursos apasionados y espectaculares actuaciones públicas.
Su oposición a las autoridades políticas y religiosas le valió una condena a ser flagelado, escarnecido y crucificado públicamente. Suponemos que el castigo por autoproclamarse Rey de los Judíos pretendía contentar a ambos poderes. Si lo capturaron, fue traicionado por uno de sus seguidores o se dejó capturar es algo que probablemente nunca sabremos.
Su última actuación, momento cumbre de una vida de sacrificio perfectamente coherente con su obra, debió de ser presenciada tanto por muchos de sus seguidores como por sarcásticos escépticos y un buen número de curiosos atraídos por el impresionante espectáculo. Según algunos textos no sobrevivió a la condena. Otros afirman que se retiró de la vida pública y viajó hacia Oriente.
Su obra ofrece múltiples lecturas que se superponen y complementan: la denuncia de las injusticias del Sistema, la necesidad de supeditar el cuerpo al alma, la capacidad del individuo para crear su propio destino mediante sus actos y, sobre todo, el amor incondicional al prójimo y la necesidad de perdonar los errores. No entraremos aquí en las posibles interpretaciones de su promesa de otra vida más allá de ésta. Bastante interés tiene la potente carga irónica que se desprende de su ejecución por los poderes políticos y religiosos del momento.
¿Qué mensaje nos transmite la muerte en unos maderos del hijo de un carpintero? Y qué decir del sarcástico cartel que se supone presidió su fin: "Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos", cuando la ejecución de la pena lo convirtió en una figura de influencia mucho mayor. El Imperio Romano acabará por aceptar su discurso como propio. Baste decir que la cruz en que se desarrolló su acción a pasado de ser un símbolo de humillación y escarmiento públicos a convertirse en el símbolo del sacrificio personal y la fidelidad a las propias ideas.
Para complicar aún más las cosas, los que se consideran sus seguidores legítimos han conformado un poder terrenal tan intransigente como aquéllos que su líder condenaba.
Tras vicisitudes que incluyen traslados e incendios a lo largo de casi veinte siglos, la obra se encuentra expuesto en la Catedral de Turín, pues era propiedad del Duque de dicha ciudad o algo parecido.
La imagen en cuestión es supuestamente el lienzo que envolvió su cuerpo tras ser torturado en el año 33. Mide 4,36 por 1,10 metros y hasta el siglo XX era considerado una reliquia más. Al parecer esto significa que puede ser o no auténtica pero cumple su función como si lo fuese.
Pero, ya en la era de la fotografía (1898), a un tal Secondo Pía se le ocurrió hacer unas placas del lienzo. Cuál no sería su sorpresa cuando en éstas aparecía el positivo de una imagen. Digamos que la tela sería el negativo fotográfico, impreso mediante un técnica que nadie parece haber logrado explicar.
Desde entonces son legión los expertos en todas las disciplinas imaginables que se han enfrentado al misterio de la fotografía más antigua del mundo. Creyentes y escépticos han creado una maraña de análisis, contra-análisis y recontra-análisis que abarcan la patología forense, pólenes, tejido, Carbono-14, pigmentos... Para los aficionados a la fotografía añadiremos otras como luz polarizada, macrofotografía, radiografía, termografía... Algunos han determinado la autenticidad de la imagen o no han sido capaces de negarla. Otros se escandalizan ante la manipulación de los procedimientos científicos para confirmar creencias particulares.
Sea como fuere, se trataría de una copia única (1/1) realizada con una técnica que sólo Jesús de Nazaret ha conseguido dominar hasta el momento. Ha llegado a nuestros días y pasado a la posteridad como documento de una acción que culminó la obra de un gran artista y quizás también su vida, capaz de cambiar la concepción del mundo tanto de aquellos que presenciaron sus actuaciones como de quienes las conocemos por testimonios ajenos.
No se me ocurre obra más valiosa en cuanto a lo abstruso de su ejecución, el momento de su realización, la coherencia de su mensaje, su influencia posterior, su permanencia en el tiempo, el misterio que la envuelve...
En algún lugar leí que ningún otro personaje (no seré yo quien decida si real o de ficción) ha aprecido representado en tantas obras de otros autores. Pese a que nadie podía saber cuál habría sido su aspecto, resulta muy interesante la evolución del patrón que se ha ido conformando a lo largo de los siglos. Las escenas de su vida han inspirado a tantos autores que podemos encontrar numerosas versiones de cada episodio. No pocas de ellas se centran en esta última acción: el camino hacia la cruz, su crucifixión, el descendimiento de la misma...
Con respecto a las acciones, los llamados artistas corporales se han inspirado en tantas ocasiones en el martirio y la crucifixión que podría hablarse de una tendencia en sí misma. Pero es que además los momentos más importantes de su vida se escenifican con una frecuencia asombrosa.
Los niños en los colegios representan su nacimiento y la cruz señala las tumbas de infinidad de muertos. ¿Cuántos fieles habrán escenificado un pío camino a la cruz (viacrucis) o habrán aplicado tal expresión a alguna etapa de su propia vida? Todavía conservo en mi memoria las imágenes televisadas de la crucifixión simbólica de algunos exaltados. El gesto de persignarse merecería un estudio propio. Ignoro si ha permanecido hasta nuestro días la costumbre de pronunciar el nombre de Jesús tras escuchar un estornudo. Y qué decir de los juramentos y las expresiones coloquiales.
Hablo de costumbres, no de creencias. De acciones cotidianas en las que mantenemos vivo al que dijo morir por todos nosotros. Gran número de personas afirman haber adoptado a Jesús de Nazaret como modelo de conducta y no pocos han afirmado ser su reencarnación. Los primeros forman parte de la sociedad. Éstos son tachados de locos o iluminados.
En cuanto al escabroso e inevitable tema de las falsificaciones, millones de supuestas esquirlas de los humildes maderos que le sirvieron de escenario definitivo se han comercializado como fetiches. Ídem para el lienzo del que hablamos, cuya autenticidad todavía está por confirmar o desmentir.
Cabe mencionar también el Santo Sudario de Oviedo, otra imagen realizada según una técnica similar que muestra el rostro de Jesús de Nazaret durante esa última actuación o, según otra tradición, durante uno de sus más célebres discursos. De nuevo una recurrente inspiración en la tradición pictórica como "cuadro dentro del cuadro".
Una historia fascinante sobre un documento fascinante de una historia fascinante. Un hombre que sufre o decide sufrir una terrible tortura y crea o inspira una obra que pone a prueba nuestras convicciones. Un documento del compromiso del autor con una nueva visión de la vida: todo ser humano es un creador obra del mismo Creador.
Las dudas que surgen al enfrentarse a estas imágenes no son más que una sublime muestra de la confianza humana en la posibilidad y la utilidad de la comunicación entre un autor y un espectador. Creer y crear: "si creo, creo". Al final, como al principio, cuestión de fe.
3 comentarios :
Lo has bordado, patriarca
vaya post tan interesante. alárgalo hasta las 1500 páginas y te forrarás como Dan Brown :-)
"Artista transgresor se inmola poramoralarte al no recibir una beca del Sanedrín". Molaaa.
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