domingo, 12 de abril de 2015

Olas.



En la calle Real siempre hubo y ya no hay una tienda en la que vendían posters. En sus escaparates siempre había varios impresionantes. Uno de ellos adornó muchos años la habitación de mi hermano. Pero el que más me intrigaba era el de la ola y el farero. Aún me pone los pelos de punta. Quizá hoy sea una imagen demasiado vista y estemos saturados de fotos impactantes pero la foto ganaba muchos puntos en una ciudad con “el único faro romano y el más antiguo en funcionamiento del mundo”. No he vuelto a subir a la Torre desde que vivo en Coruña y me consta que es algo muy común. Los “mayores” entrábamos al colegio por la puerta trasera, a solo un semáforo de las playas. Cuando llegaba el verano y el curso casi había terminado nos atrevíamos a jugar a esquivar las olas antes de las clases de la tarde y llegar con los pies o los bajos de los pantalones empapados. Típica pregunta de paseo por el Dique de Abrigo: ¿Qué harías si vieses acercarse ahora mismo una ola gigante? No hace muchos años solo los listillos conocíamos la palabra “tsunami”. Una de mis camisetas favoritas lucía La Gran Ola de Kanagawa. Me la trajo mi tío el marino de uno de sus viajes.

Hoy he tropezado en la Red con la historia de la foto y la secuencia completa y he hecho este homenaje al fotógrafo, al farero y a la tienda de posters:


Y de propina una bonita historia detectivesca sobre Los Hombres de la Viga