jueves, 16 de febrero de 2017

Senectud, divino tesoro.

Qué emocionante será nuestra vejez. Demostraremos que empezamos a chochear compartiendo al tuntún algo impublicable.
Quizá una foto, un vídeo o un mensaje que reactive con cosquillas eléctricas nuestros recuerdos borrosos. Quizá una contraseña. Quizá un secreto, ese secreto, el secreto.
Nuestros seres queridos dejarán de querernos e intentarán impedirnos por todos los medios que accedamos a la Red,  que los trapos sucios se sigan lavando en casa, minimizar los daños… pero todo será en vano.
Nuestras pequeñas revueltas impúdicas sentarán jurisprudencia. Las altas instancias discutirán sobre la propiedad de los recuerdos, los daños colaterales de los sentimientos, las medidas represivas aplicables.  
Intervendrán doctores, peritos y jueces que nos obligarán a portar inhibidores de conexión.
Buscaremos la forma de compartir sensaciones fuertes. Florecerá un mercado negro de antenas y enchufes que arrasará los límites de lo público y lo privado, lo sensato y lo dañino, el silencio y el oprobio.
El número de personas que preferirían vernos muertos medirá el valor de nuestro silencio, nuestro valor. Alguien pondrá precio a nuestra cabeza, pero será imposible localizar y borrar todos nuestros archivos. Sembraremos el futuro con minas de datos.
Ni siquiera nuestra muerte permitirá suspiros de alivio porque atacaremos desde el más allá, joderemos a quien creamos que lo merece, airearemos vergüenzas, haremos daño.
Nuestras telarañas de servidores exóticos, avatares vengadores y tareas programadas llenarán la existencia de nuestro prójimo de inquietud. Crearemos un nuevo tipo de vértigo. Todos desconfiaremos aún más y nadie volverá a sentirse a salvo.

Mucho de lo que digamos será mentira, eso no cambiará. Pondremos en marcha la Era de la Sospecha. 

lunes, 6 de febrero de 2017

Drogas a la hora de la merienda (15).


Shirley Temple en la película  

Si su imagen pública les resulta tan inquietante como a mí quizá quieran ver esto, tan breve como ilustrativo.
Aviso: es escalofriante.