Vale, vayamos por partes que esto se las trae.
Resulta que Dios tuvo a bien incluir entre sus criaturas a ciertas mariposas nocturnas. Como todos sabemos, le gustaba experimentar con todo tipo de formas y colores, por lo que decidió incluir cierto diseño en el dorso de su tórax.
Las polillas no son más que algunas familias de mariposas nocturnas pero me permitiré el lujo de llamar así a nuestras protagonistas para aumentar si cabe la confusión.
Pues bien, muuucho tiempo después, una cultura humana determinada se propuso la titánica tarea de clasificar y dar nombre a todas las criaturas de Dios (a su modo, claro, los bichos ya tenían nombre en las culturas de las formaban parte).
Los encargados de esta formidable tarea pusieron nombre a tres especies de polillas que compartían el diseño de su tórax. Gustaban de aplicar a su tarea su cultura y un cierto toque poético, así que las bautizaron como Acherontia atropos (África y Europa), Acherontia styx y Acherontia lachesis (ambas de Asia, aunque la última ya ha sido vista rondando por Hawái) basándose en Estigia (oceánide), Átropos y Láquesis (moiras), aunque hubiese sido más lógico nombrar a la Acherontia atropos basándose en Cloto, la tercera Moira pero en fin...
Las polillas en cuestión, gracias al puñetero antropocentrismo y por si no tuviesen bastante con portar una calavera en su tórax, reciben en occidente nombres, digamos, de mal agüero. Ni que decir tiene que eso no ayuda precisamente a poner fin a las supersticiones que afirman que son mensajeras de la muerte.
Pero los humanos que sienten cierta atracción por el lado oscuro no tardarán en convertirlas en uno de sus iconos. En 1851, William Holman Hunt, de la Hermandad Prerrafaelita, pinta "The hireling shepherd" ("el pastor asalariado", aunque suele traducirse como "distraído" o "veleidoso"). El rubicundo mozo presta más atención a la zagala que a las ovejas mientras esta le muestra una "esfinge de la muerte": un sabroso batiburrillo de símbolos que se presta a interpretaciones de todo tipo.
Como decimos en mi casa, "ahora viene cuando la matan a ella". Hacia 1929 Buñuel y Dalí escriben el guión de "Un perro andaluz", otro sabroso batiburrillo de símbolos. En una sus escenas aparece la dichosa polilla con primer plano incluido. La fama de la peli crece con los años hasta convertirse en un icono cultural. David Bowie, siempre atento a los iconos culturales (y más si es en forma de batiburrillo), abre los conciertos de su gira de 1976 con la proyección de "Un perro andaluz". Nuestra polilla sigue su vuelo.
Pero retrocedamos unos años para descender los meandros de otro afluente.
En 1951 el gran Philippe Halsman se basa en un lienzo de Salvador Dalí para retratar al artista en uno de sus cuadros vivientes, "In Voluptas Mors".
El montaje es tan curioso y atrayente que se convierte en un icono.
A partir de aquí, monstruos, y nunca mejor dicho. Es una historia de la que se ha hablado en muchas otras páginas, así que me limitaré a decir que en la novela y la película "El silencio de los corderos" aparecen estas polillas en riguroso batiburrillo y la imagen de Dalí y Halsman pasa, definitivamente, al imaginario popular.
Comienzan a multiplicarse las referencias a la misma y uno ya no sabe si lo que ve es el tórax de la Acherontia, el cuadro viviente de "In voluptate mors", el cartel de "El silencio de los corderos" o uno de los de "The descent".
Ahí van unos ejemplos encontrados por la Red:
Y rizando el rizo (que no las pestañas), un híbrido con Escher:
Uff, ya casi hemos terminado. Pero no podía faltar una canción, una camiseta, un homenaje en vídeo y... una sorpresita final:
¡ Un pedazo tatuaje ! obra de Bill Gaspari, de Adrenaline Tattoos, Vancouver. ¿Alguien da más?
Resulta que Dios tuvo a bien incluir entre sus criaturas a ciertas mariposas nocturnas. Como todos sabemos, le gustaba experimentar con todo tipo de formas y colores, por lo que decidió incluir cierto diseño en el dorso de su tórax.
Las polillas no son más que algunas familias de mariposas nocturnas pero me permitiré el lujo de llamar así a nuestras protagonistas para aumentar si cabe la confusión.
Pues bien, muuucho tiempo después, una cultura humana determinada se propuso la titánica tarea de clasificar y dar nombre a todas las criaturas de Dios (a su modo, claro, los bichos ya tenían nombre en las culturas de las formaban parte).
Los encargados de esta formidable tarea pusieron nombre a tres especies de polillas que compartían el diseño de su tórax. Gustaban de aplicar a su tarea su cultura y un cierto toque poético, así que las bautizaron como Acherontia atropos (África y Europa), Acherontia styx y Acherontia lachesis (ambas de Asia, aunque la última ya ha sido vista rondando por Hawái) basándose en Estigia (oceánide), Átropos y Láquesis (moiras), aunque hubiese sido más lógico nombrar a la Acherontia atropos basándose en Cloto, la tercera Moira pero en fin...
Las polillas en cuestión, gracias al puñetero antropocentrismo y por si no tuviesen bastante con portar una calavera en su tórax, reciben en occidente nombres, digamos, de mal agüero. Ni que decir tiene que eso no ayuda precisamente a poner fin a las supersticiones que afirman que son mensajeras de la muerte.
Pero los humanos que sienten cierta atracción por el lado oscuro no tardarán en convertirlas en uno de sus iconos. En 1851, William Holman Hunt, de la Hermandad Prerrafaelita, pinta "The hireling shepherd" ("el pastor asalariado", aunque suele traducirse como "distraído" o "veleidoso"). El rubicundo mozo presta más atención a la zagala que a las ovejas mientras esta le muestra una "esfinge de la muerte": un sabroso batiburrillo de símbolos que se presta a interpretaciones de todo tipo.
Como decimos en mi casa, "ahora viene cuando la matan a ella". Hacia 1929 Buñuel y Dalí escriben el guión de "Un perro andaluz", otro sabroso batiburrillo de símbolos. En una sus escenas aparece la dichosa polilla con primer plano incluido. La fama de la peli crece con los años hasta convertirse en un icono cultural. David Bowie, siempre atento a los iconos culturales (y más si es en forma de batiburrillo), abre los conciertos de su gira de 1976 con la proyección de "Un perro andaluz". Nuestra polilla sigue su vuelo.
Pero retrocedamos unos años para descender los meandros de otro afluente.
En 1951 el gran Philippe Halsman se basa en un lienzo de Salvador Dalí para retratar al artista en uno de sus cuadros vivientes, "In Voluptas Mors".
El montaje es tan curioso y atrayente que se convierte en un icono.
A partir de aquí, monstruos, y nunca mejor dicho. Es una historia de la que se ha hablado en muchas otras páginas, así que me limitaré a decir que en la novela y la película "El silencio de los corderos" aparecen estas polillas en riguroso batiburrillo y la imagen de Dalí y Halsman pasa, definitivamente, al imaginario popular.
Comienzan a multiplicarse las referencias a la misma y uno ya no sabe si lo que ve es el tórax de la Acherontia, el cuadro viviente de "In voluptate mors", el cartel de "El silencio de los corderos" o uno de los de "The descent".
Ahí van unos ejemplos encontrados por la Red:
Y rizando el rizo (que no las pestañas), un híbrido con Escher:
Uff, ya casi hemos terminado. Pero no podía faltar una canción, una camiseta, un homenaje en vídeo y... una sorpresita final:
¡ Un pedazo tatuaje ! obra de Bill Gaspari, de Adrenaline Tattoos, Vancouver. ¿Alguien da más?
3 comentarios :
Genial como siempre. Recuerdo un episodio de los Simpson en el que Bart se quiere tatuar "mother" para decirle a su mami que la quiere, pero ella entra en el comercio cuando, a medio terminar, tiene sólo escrito "moth" (polilla) y le mete un bofetón.
Todo esto de la polilla y la calabera como suma de cuerpos femeninos...¿he oído machismo? Hay un ensayo muy bonito en Anagrama que se llama "Lo monstruoso en el arte", merece la pena
césar
http://personales.ya.com/mpal/poe/rocca/arte.pdf
un avance
y luego me llama vd a mi frikazo!!!
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